Describe Borges, en el cuento "Los dos reyes y los dos laberintos", cómo el rey de los árabes abandona al rey rival de Babilonia en mitad del desierto, el más temible de los laberintos, sin puertas, ni muros...
El laberinto es la repetición sistemática de un elemento, la aparición de sistemas bidireccionales, la ausencia de jerarquía. Todo es igual: la gente, las viviendas, las ciudades...
Un laberinto más abstracto tiene que ver con la ausencia o infinitud de los límites (el desierto para Borges). O con la aparición de límites difusos: la superposición, el paralaje o la ruptura del límite a través del reflejo (el laberinto de espejos de "The Lady from Shangai" de Orson Welles).
Estos dos laberintos, repetición sistemática o límites difusos, suponen una pérdida de referencias: o todo es igual o nada es igual.
Frente a la jerarquía de la ciudad antigua, la continuidad e isotropía de la ciudad moderna. Y un GPS, un localizador, nos indicará el punto geográfico preciso en el que nos situamos. Y conocemos nuestra ubicación pero ¿sabemos donde estamos?

Nuestro laberinto plantea una pregunta: Where am I? Y una respuesta: YOU ARE HERE, que se repite hasta el infinito, para hacernos entender que, irónicamente, estás en todos los sitios... o en ningún sitio.